domingo, 5 de agosto de 2012

Cuando las decepciones ya no duelen, o simplemente dejan de considerarse decepciones es cuando de repente, tumbado en la cama, mirando el techo te das cuenta de que ha cambiado tu noción de la persona, o simplemente ella misma y la imagen que tienes de ella ha adquirido una tonalidad diferente. O simplemente, ha dejado de tener la importancia que tenia, ha dejado de ocupar el lugar que ocupaba y ha pasado a ser una persona más, una persona con la que podemos ser empáticos como con cualquier otra, una persona que nos puede resultar agradable como muchas otras, pero sólo eso, una persona, ya no es alguien a quien admiras, ya no es una de ESAS personas, sino una más. Y es triste en cierto sentido, porque admirar es lo único que nos salva de nosotros mismos, de la maldad, es una de las pocas cosas que salva el mundo de su propia mezquindad.

Pero las reflexiones no se quedan ahí, como siempre que te encuentras a ti mismo mirando el techo; las revelaciones vienen una detrás de otra, encadenadas. Y me hacen mucha gracia estas revelaciones, porque son cosas que sabes, y que intentas interiorizar a base de repetírtelo, y cuando crees que lo tienes claro, de repente ocurre lo que hoy, que un día mirando el techo se te revelan y es como si a pesar de saberlo, estuviera ahí, lleno de polvo, borroso, muy distorsionado, y al descubrirlo ese día a esa hora concreta hubiera adquirido claridad de repente y fuera precisamente eso, una revelación. Pues bien, hoy he asimilado lo siguiente: Cuando las personas no nos importan, o dejan de importarnos (con esto no me refiero al punto de menospreciarlas ni mucho menos, simplemente es dejar de admirarlas, dejar se ser una de esas pocas personas que todos tenemos idolatrados, dejar de ser uno de nuestros genios) es cuando más felices somos. No nos llevamos tantas decepciones, puesto que ya no ponemos tantas esperanzas en esa persona. No le exigimos tanto y por consiguiente no nos exigimos tanto a nosotros mismos. No esperamos, no necesitamos, no buscamos, no esperamos encontrar, no nada.

Y así, poco a poco vamos haciendo nuestra pequeña vida llena de entuertos, sinsentidos, contradicciones y búsquedas irracionales, así, como ahora, tumbados en la cama mirando el techo, a la espera de revelaciones, a la espera de que nuestro subconsciente lance al consciente mensajes que este llevado enviándole al otro durante siglos.


Hechos
M.F.P.

viernes, 4 de mayo de 2012

La felicidad es una patraña, y el amor eterno otra. Y cuanto antes nos desengañemos, antes lo superaremos. ¿Existe el amor? Sí, por supuesto. Es algo que todos hemos experimentado alguna vez. Pero es de duración limitada, quiero decir, con el paso del tiempo se extingue. Podríamos compararlo con el fuego para que fuera más visual. Con la primera chispa prende, y arde con mucha fuerza, y al final acaba por extinguirse, y quedan sólo cenizas (un recuerdo de lo que fue). No se me pongan a argumentar que si lo alimentamos el fuego no tiene porque apagarse, o que incluso de las brasas se puede rescatar el fuego, porque no estamos aquí para estirar innecesariamente la esperanza hasta extremos insostenibles, sino para atajar el problema de cuajo. Recuerden que lo mejor es un corte limpio a tiempo.

¿Como podemos verificar esto? Como siempre se ha hecho, con la experiencia. A todos nos ha pasado el estar completamente enamorados e idealizar tanto a la otra persona que incluso los defectos nos parecieran virtudes, y de la misma manera, el paso del tiempo hace mella en nosotros y de repente esos pequeños defectos nos empiezan a molestar, ya no somos tan flexivos, ya no estamos tan dispuestos a darle la vuelta a nuestro mundo sino que esperamos que se acoplen a él y similar. Y lo hemos visto montones de veces en montones de amores que parecían eternos.

Esto es así, y no pasa nada. No es ningún drama, nada de lo que ocurre es dramático, somos nosotros los que nos empeñamos en hacer de nuestra vida una tragedia. El amor de finito, sí, ¿y? Nuestra vida también lo es, así es como debe ser, la finitud es normal. Y si es finito, cuando se termina lo dejamos ir, y ya llegará otro, y así sucesivamente. Y no es ley de vida tener un único gran amor, sino muchísimos amores. El ser humano se ha de enamorar una y otra vez, porque las cosas buenas de la vida se han de vivir repetidas veces. Y cuantas más veces mejor.

Y si sentimos esa terrible necesidad de atar a alguien a nosotros porque le tenemos pánico a la soledad, señores, no nos engañemos, no ocultemos ese pánico bajo la necesidad del amor eterno, aceptémoslo como aquello que es, miedo, un sentimiento inherente al ser humano, algo bueno, algo que nos permite seguir vivos.

Y ahora se preguntarán ¿existen relaciones para toda la vida? Es difícil responder. Es difícil por una sencilla razón; el ser humano es continuo cambio,un constante ir y venir, una contradicción en sí; de manera que nuestras necesidades cambian con el tiempo. En algunos muy poco, en otros incluso a diario. Supongo que pueden haber relaciones interpersonales, que no de índole amorosa, sino más bien intelectual, amistosa etc... que sean para toda la vida, pero imagino que no serán ininterrumpidas. Desapareceremos, volveremos a aparecer y así continuamente.

Ahora empiezo a plantearme una situación un poco diferente: Podemos tener cerca durante mucho, muchísimo tiempo si esa persona nos inspira. No inspira en sentido artístico, intelectual o en el sentido de inspirarnos vida, alegría, vitalidad, esperanza o cualquier otra cosa de la que nosotros necesitemos alimentarnos. Entonces posiblemente sí, mientras esa persona siga haciéndonos crecer, mientras siga acompañándonos en el viaje que estamos realizando será un compañero imprescindible, pero incluso bajo esta forma, en cuanto la persona se aleje de nuestro rumbo unos pocos grados, nos alejaremos y seguiremos nuestro camino. El cambio puede ser para bien o para mal, cuando cambiamos en nuestro constante ir y venir, nos alejamos o acercamos a las personas que nos rodean, dependiendo de hacia donde hemos girado el timón. Esto es así, y no pasa nada. El mundo sigue en pie, no se ha desmoronado porque esto sea así. Pues ya está.

Ley de vida.
M.F.P.

domingo, 15 de abril de 2012

Necesito aislarme, quiero entrar en una burbuja que insonorice los ruidos exteriores, que inhiba los olores, que distorsione los rostros y lugares, tanto que sólo se pueda distinguir una mancha de colores. Ya nada exterior necesito. Sé que la esencia está en mí. Sé que la respuesta está en mí. Se que la vida, valores, ideales, conocimiento y protección están en mí. Sé que la realidad está en mí. El mundo no tiene nada que ofrecerme, no quiero que siga contaminándome. Quiero un ambiente estéril, quiero algo que me asile que me aísle, necesito aislarme.
Quiero que este aire asfixiante deje de quemarme la tráquea, deje de ahogarme. Quiero que la presión atmosférica deje de comprimirme. Quiero que los rayos del sol dejen de cegarme, quiero que la oscuridad deje de hacerlo también. Quiero que la gente deje de saber de mí. Quiero dejar de ser para todos excepto para mí. Quiero que esta humanidad extinta, exterminada, corrupta, malévola, e inhumana desaparezca de mi memoria. No quiero saber que existen puesto que hace mucho que han muerto. Sólo vemos sombras de lo que debió ser y esto me apena tanto que prefiero no saber que existió. Quiero que el mundo perezca, quiero que se caiga a pedazos, quiero que deje de ser algo que nunca debió ser.
Esto es el fin, un fin que supone un gran principio. Desde ahora y para siempre yo seré mi norte, sud, este  y oeste. Ni el dolor, ni el amor, ni la felicidad, ni ninguna otra emoción me influirán lo más mínimo. Seré más inmune que una roca, y si no lo consigo, el día que perezca me acordaré de esto. Yo tenía la respuesta, sólo debía llevarla a cabo.


Metamorfosis
M.F.P.

lunes, 9 de abril de 2012

Ahora ves la vida desde una perspectiva. Es como... cuando vas al oculista y te gradúa la vista: cuando va cambiando los cristales intentas adivinar cuando cambia a la pestaña que no lleva cristal alguno. Pues esto es parecido. Ahora ves la vida de una forma completamente opuesta de la que la veías hace muy poco tiempo atrás, y cuando digo muy poco me refiero a muy, muy poco. Todo lo que antes era traición, ahora es honestidad, lo que antes era odio, ahora es cariño, lo que antes era tenebroso ahora tiene luz propia. Y es imposible. Es completamente imposible que el mundo cambie, y menos tan drásticamente, de blanco a negro. No cambia en absoluto, siempre permanece igual, somos nosotros los que cambiamos, los que lo vemos de una forma u otra, los que lo vemos bajo una lente u otra. Y cuando nos damos cuenta de este hecho, como es lógico y de esperar, intentamos adivinar cuál de esas dos visiones del mundo es real, cuando vemos el mundo sin lente alguna, y cuando lo hemos creado nosotros, cuando le hemos puesto una graduación, cuando le hemos impuesto la lente. ¿Y como saberlo? Las dos parecen tan reales, ambos son tan opuestos, son los dos extremos de la recta, ¿por cuál nos declinamos? El mundo no puede ser ni tan miserable ni tan bonito. O sí. Entonces ¿con cuál nos quedamos? Si eres pesimista con la primera, el mundo es un esperpento, si eres optimista el mundo es el paraíso. Y si eres consciente de estas dos categorías e intentas no caer ni en una ni en otra... no sabes con cual quedarte. Te quedas con el punto medio supongo, aunque sea un punto que nunca has conocido. Y acabas por pensar que existe la honestidad pero también la traición, que es un hecho. Te das cuenta de que hay sinceridad pero también interés y manipulación, y no queda otra. Y así con todo, tienes presentes las dos caras de la moneda, pero nunca podrás volver a creer ciegamente en nada, siempre saltará la alarma que te recordará que nada bueno queda libre de algo malo. Es el equilibrio, es el universo, lo es todo.


M.F.P.
Metamorfosis

martes, 3 de abril de 2012

- Creo que existen los valores puros, transparentes, estériles.. Existe la amistad, existe la sinceridad, existe la honestidad... sí, todo esto existe; pero vamos contaminándolo con nuestras acciones, vamos ensuciándolo, degradándolo, muchas veces hasta tal punto que se vuelve irreconocible, otras sin embargo nos damos cuenta de ello es intentamos volver atrás. Pero el volver atrás es un hecho de por sí inconcebible, el tiempo avanza linealmente en una única dirección. Podemos seguir creyendo y teniendo fe en esos ideales, o puede que no creamos pero que sin embargo les demos la oportunidad de..., el beneficio de la duda, el poder seguir y no necesariamente hacer un corte limpio, un borrón y cuenta nueva; más no por ello vuelven a su estado de esterilidad. Siempre que echemos la vista atrás nos daremos de bruces con esos rayajos que hay en lo que fue una hoja de papel blanco, siempre recordaremos la traiciones, siempre las decepciones y siempre dolerán.
- No podemos dar marcha atrás, pero existe el perdón, perdonar es olvidar.
- Por supuesto, perdonar es olvidar; más se perdona una vez, puesto que se hierra (inconscientemente) una vez; cuando el error se comete en más de una ocasión, ya no se puede perdonar, porque ni tan siquiera el hecho de pedir ese perdón te parece sincero. Aún así, la gente está acostumbrada a errar, olvidar el error y a volver, y por el mero hecho de no pedir tu explicaciones o no recriminar no significa que olvides, que perdones... Te sigue doliendo, lo sigues recordando, y cada vez que apelan a ideales puros no haces otra cosa que pensar: ¡hipócrita! ¡eres indigno de apelar a esos ideales! ¡y me lo voy a creer! ¿me ves cara de estúpido? Y es un rencor que vas acumulando, y que con el tiempo corroe todo lo bueno que pudo existir. Así son las cosas, una gota de ácido que no se limpia acaba por corroer toda la superficie.
- Pero entonces no te crees el curso de las cosas, no crees en nada de lo que suceda, no crees aquello que estás viviendo.
- Por supuesto que no. Las personas a martillazos te quitan la capacidad de creer. Todo te marca y transforma irremediablemente. Y te duele no creer, te duele no perdonar, te duele no olvidar... pero ¿cómo hacerlo si nadie se arrepiente de nada? Si para nadie ha pasado nada.
- Es un tremendo error, ¿como van a pedir perdón si no saben que te duele? ¿como hacerlo si no saben lo que sientes? No puedes esperar que lo adivinen.
- Puedo esperar lo que me de la gana, porque quien ha hecho daño y ha traicionado no he sido yo, han sido ellos. Así que si alguien tiene derecho a esperar algo soy yo.

M.F.P.
Metamorfosis

lunes, 2 de abril de 2012

La conducta humana es cuanto menos curiosa. Previsible y sin embargo libre. Un factor clave que suele desencadenar respuestas más o menos regulares es el miedo a perder algo o a alguien. Esa sensación de que puede desaparecer para siempre, y con ello todo lo que le rodea y nos aporta, nos perturba terriblemente. Podemos estar encadenados a una situación eternamente, anclados en un momento y en un punto del camino, y no nos afecta en absoluto, porque buenamente podemos sobrellevar las carencias, lo que sí somos incapaces de dominar es la ausencia. El hecho de conocer, haber tenido y perder después.

Saber que alguien se va, ver que se está yendo, que lo estamos perdiendo, nos produce vértigo, desorientación, desesperación, angustia, acelera nuestro ritmo cardíaco, nuestra respiración, nuestras decisiones y nuestra vida. Muchas veces, el hecho inminente de perder es lo que te da el valor necesario para dar un paso hacia adelante, para romper las cadenas, para liberarte. Ese estado de exaltación te infunde la pizca de valor que te hace falta para saltar al vacío sin saber si hay una cuerda que te sujeta o no. Para ello debemos tener mínimamente claro el hecho de querer saltar. El amor y el miedo a perder hacen despegar los pies de la tierra, caminar a ciegas, saltar al vacío.

Sin embargo, ¿es posible que nuestras cadenas sean tantas y tan resistentes que ni tan siquiera esas dos fuerzas devastadoras (o vitales vaya) por naturaleza nos permita romperlas? ¿es posible que vivamos inmersos en tantos miedos, que seamos incapaces de reaccionar ante otro más? ¿puede ser que nunca saltemos sin antes asegurarnos diez veces de que vamos atados con al menos 3 cuerdas de seguridad?
Y si todo esto puede ser... si en un momento dado alguien es incapaz de hacerlo, yo me pregunto ¿es esa vida? ¿no se caracteriza la vida humana precisamente por lo imprevisible de ella? ¿no es el no saber que va ha pasar lo que nos mantiene expectantes y le da ese punto de sal a la vida? Quiero decir, saber de antemano que va a ocurrir es como ir siempre por el mismo camino, uno que conoces y del que no te vas a perder, pero ¿cuantas cosas te debes de estar perdiendo por no explorar caminos nuevos? Te puedes perder... por supuesto, es el precio a pagar. Pero puede que el perderte sea malo a corto plazo, puede que en ese vagar encuentres lugares que sólo el haberlos visto ya compensa lo demás, y eso en el peor de los casos, porque en el mejor encuentras sitios nuevos, sitios llenos de vida y color, lugares que ni tan siquiera podías imaginar que existían.

Yo creo que una vida en la que quieras conocer el camino antes de recorrerlo no es vida. Porque para mí vivir es precisamente eso, un mapa en blanco, cuyos caminos los hacen tus pies. Ese es el encanto secreto de la vida, el andar a ciegas. Y es precisamente por esto por lo que el amor es una fuerza vital, porque nos hace volver a andar a ciegas cuando perdemos la costumbre de hacerlo. No hay ejemplo más claro para ver esto que la vida en sí, en todas sus etapas. El niño no sabe que se va a quemar si toca el fuego, no sabe que se puede ahogar si se tira al agua, no sabe que va a caer cuando se levanta para caminar por primera vez, no sabe que sale sangre y duele si se corta.... para un niño el mundo es un mapa en blanco, nada conocen de él, todo lo experimentan por ellos mismos, así aprenden, y el miedo a no saber la consecuencia no hace que dejen de llevar a cabo el acto, o el hecho de caerse no hace que dejen de levantarse e intentar caminar. He ahí otra gran verdad del mundo, los niños viven, los adultos se desacostumbran a vivir y se limitan a existir, y en esa existencia a decir que no hay mayor felicidad que la de un niño. No señores, no es que no haya mayor felicidad, es que no hay mayor VIDA. Vida es caerse y volver a levantarse y no pasa nada. No es ninguna tragedia, es ley de vida.


M.F.P.
Ley de vida

sábado, 31 de marzo de 2012

Porque hay veces que la calidez impregna tus huesos y te olvidas de lo helado que estaba tu corazón tiempo atrás. Porque hay soles que calientan, reconfortan, recomponen, funden los pedazos y te permite volver a forjarlos de un sola pieza, nueva, y fuerte. 
Porque hay personas que son como un sol, y cuando estamos a su merced tenemos una órbita estable, una temperatura idónea, la luz que necesitamos, y en cierto sentido dan lugar a la vida.
Y nos aferramos a ese sol con uñas y dientes, y nos olvidamos de la inmensidad del universo, nos olvidamos de las demás estrellas, de los demás planetas, sistemas solares, materia negra... de todo. Simplemente estamos anclados en una órbita circular en torno a ese sol, nuestro sol, aquel que nos proporciona todo cuanto necesitamos, aquel del que dependemos. Aún así es peligroso, mucho. Como todos sabemos el astro tiene una vida finita, estallará en mil pedazos antes o después, y cuando lo haga, arrasará con todo lo que somos, con lo que hemos construido, arrasará con toda la vida, y después habrá un inmenso vacío. También es peligroso puesto que todos conocemos los eclipses, esas horas en que el sol desaparece, la oscuridad se cierne sobre todo lo que nos rodea, nos inunda y el mundo se vuelve tenebroso. Esas escasas horas que parecen una eternidad, y sin embargo nos olvidamos de ello cuando vuelve a salir, cuando los rayos rozan nuestro rostro.
Sí, hay personas que son como el sol... sólo tienes que buscarlas. Es increíble tener tu propio sol.
M.F.P
Como la vida misma