jueves, 17 de marzo de 2011

Una particularidad de doble filo.

Las relaciones humanas son como las venas y arterias,
que pueden ramificarse y perdurar bajo otras formas
quizás más más finas, no tan importantes como la arteria aorta
sino siendo una arteria braquial, o terminar como capilar,
poniendo un punto y final.

Asia tiene una particularidad, que  no sé si es defecto o virtud. Ella tiene la capacidad de enamorar. Enamorar a cualquier persona, en cualquier contexto, eso sí, siempre y cuando quiera tener a la persona cerca y quiera conservarla. No sé si lo hace a consciencia o sin querer, bueno sí, en realidad sí. La mayoría de las veces lo hace a consciencia, aunque a veces sin buscarlo se topa con algún que otro corazón adicto.
No sé que consigue anonadar a la gente, su libertad, sus ojos, su sonrisa, sus defectos, sus virtudes, su personalidad, su descontrol, o quizás todo el conjunto. Cuando se lo propone, es cierto que utilizando la justa medida de cada elemento consigue parecer la pieza hecha a medida que encaja en cualquier contexto y en cualquier lugar. ¿Pero que hay de esos seres adictos por accidente? ¿Que consigue imantarlos a ellos? ¿Como sin proponérselo, a su paso consigue dejar almas esperanzadas con una ilusa posibilidad? Pobres de ellos. Me dan pena en realidad. Aunque no son ellos sobre quienes quiero reflexionar, porque ahí Asia no ha intervenido. Me gustaría poner sobre la mesa aquellos a quienes si se ha acercado conscientemente. Al principio he dicho enamorar, puede que me equivoque, puede que ella no pretenda eso, sino simplemente acercarse, entablar una relación más profunda, una relación de amistad. Eso sí, una es la intención y otro muy distinto es el resultado, que acaba siendo inevitablemente, adicción. En ocasiones, la persona puede inhibir esa adicción. Puede definir un límite, puede dejar de depender, eso sí, debe desearlo, tiene que querer hacerlo. En otras, desea creer que es una amor real, tangible, posible en cierto sentido. No quiere olvidar, y no lo hará, porque mientras no quiera olvidar, le será imposible hacerlo. Entonces vivirá sintiéndolo como un amor platónico, o pensando en un quizás. También estos me dan pena, porque son conscientes de la realidad pero prefieren vivir de una ilusión. Por otra parte, también están los que viendo que Asia no corresponde a su amor y sólo puede ofrecerles amistad, convierten todo ese amor en odio, y siendo incapaces de aceptar la situación, prefieren una enemistad. Si no pueden querer prefieren odiar. A estos ella no los entiende. Asia me dice constantemente que ella piensa, de la siguiente forma: "Si estás enamorado de una persona que no puede corresponderte, lo mejor que puedes conseguir de ella es su amistad. Así siempre la tendrás cerca, siempre podrás ofrecerle tu apoyo, y compartir su día a día. No será una relación tan profunda, pero es una forma de tener cerca a la persona."
Yo en cierta forma si puedo intuir porque prefieren odiar a querer una amistad: por miedo a sufrir. Porque si lo que buscan es amor, estar en el día a día sólo les puede ofrecer sufrimiento y dolor. Porque imagino que oír hablar a la persona que quieres de su relación, de lo feliz o lo desdichada que es, de los regalos hechos o por hacer, los momentos vividos o por vivir con otra persona, te hace sufrir, y se torna insoportable, optando por odiar para poder olvidar.
Si definitivamente creo que es eso. Por lo tanto, sólo aquellos que no busquen nada más que una amistad podrán ofrecérsela. Sólo aquellos dispuestos a inhibir esa adicción,a olvidar, a renovar, y a reiniciar pueden seguir cerca suya sin tener falsas esperanzas o sin odiar.

¿No es curiosa esta particularidad? ¿No es curiosa Asia? A mi no deja de intrigarme.

La perplejidad del ser.
M.F.P.

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