viernes, 17 de junio de 2011

Meses, tantos meses, demasiados meses

Y de pronto, resbalando de la cama, doblando canicas en los dientes, fundiéndote en una ducha de ojos, te diste cuenta de que la calle, el filo de los folios, la fotografía de noche abierta, son sólo un icono neutro. Ya nada te recuerda. Ya nada te revuelve. Ya no está, no forma parte. De pronto esa persona ha dejado de importarte. Han pasado meses, tantos meses, demasiados meses. 

Y es hoy, que su nombre no te atranca el intestino, que esa canción no hace trompo en la garganta. Que has encontrado salida en un muro de poemas contenidos, en un atlas de cuerpos intermitentes; que abrazas el sueño sin ojear la nostalgia. Que no necesitas que regrese. Que el portazo muta y estás sonriendo con instinto y no con trampa.
Ya no esperas la llamada. Ni el guiño. Ni el encuentro. Ya no usas el autoengaño. Ya no encajas la boca con cigarro y latido. Hace meses, tantos meses, demasiados meses que una grieta era el adiós que no entendiste. Encontrarle sentido hoy es una libertad primaria. De pronto eres libre. Libre, tan libre.

¿Y tantos meses, demasiados meses? Ahogas las manos en el grifo, te rescatas del espejo. Y estás, por fin, de una manera anticipada, el día propone. 
Ya no está. Y no te importa. 
Haces pie en la vida.
De pronto puedes bucear otras personas, no temer. De pronto el empeño por olvidar era un absurdo, el olvido es un esfuerzo de contraste, y cuando no se olvida, finalmente olvidas.

Han pasado tantos meses, demasiados meses anclándose a la herida. Ahora la sangre tuerce el gesto y respalda el ánimo.
De pronto eres libre. Libre, tan libre que descubres cómo flota el cuerpo cuando dejas de ahogarte.
Dialéctica Humana.
Carmen Crespo Ruiz

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