domingo, 19 de junio de 2011


"¿Siempre has sido tan feliz?" La pregunta me pilló desprevenida. En ese instante me sentí desnuda, desprotegida, transparente. Si alguien hubiera mirado en mi interior hubiera visto todos los rincones de mi alma. Creo que no contesté. Respondí con una sonrisa y agradecí que nadie se percatara de la pregunta y siguieran con la conversación como si nada. Lo recuerdo todo borroso, en un continuo remolino, hasta tal punto me desequilibró la pregunta. En realidad no sé si alguien más la oyó, pero si lo hicieron no le dieron la menor importancia. Lo vi en su cara, se quedó mirándome unos instantes y lo preguntó con la mirada de aquel que ha aprendido como funciona la vida a base de chocarse con la pared. Me miró con una sonrisa en los labios, cómo diciendo que sabía cual era la razón de mi reciente y permanente felicidad. También se dio cuenta de que me había quedado al descubierto. Se rió y no insistió. Fue más bien una pregunta lanzada al aire para que yo lo meditara. Instintivamente quise mentir, decir "sí, siempre". Hacia muy poco vi un DVD de mi infancia. No esperé ver en absoluto lo que percibí. La cámara enfocó a una niña seria, con una sonrisa fingida, una postura recta, forzada y las manos en la espalda. La imagen me impactó porque no reflejaba en absoluto la felicidad que debería irradiar la inocencia infantil. Por eso nunca recuerdo mi infancia cómo la mejor época de mi vida. Por eso cada vez que le dicen a un niño disfruta mientras puedas porque en cuanto crezcas empezarán los problemas yo siempre me revindico, y defiendo que crecer es increíble, que la libertad que tengas cuando crezcas será la más dulce adquisición que tengas.

Este es el tipo de preguntas que nunca esperas que te hagan y que siempre te pillan por sorpresa. De hecho me ha vuelto a coger por sorpresa. Estudiando el eje cronológico del amor, la pregunta ha resonado con fuerza en mi cabeza, y la sensación ha sido la misma que la primera vez. No sé que la habrá hecho saltar, estaba leyendo sobre Casanova, un hombre que de niño fue abandonado por su madre, y al que siempre le negaron el cariño y el amor. Cuando llegó a la edad adulta conquistaba mujeres por doquier, y se interesaba por ellas hasta que quedaban completamente enamoradas. En ese instante, las abandonaba como lo abandonaron a él. Es una forma de vengarse del mundo, de la vida. Casanova nació en Francia, y simpatizó con Voltaire, y otros filósofos de la época. Vivía la vida sin visión de futuro alguna. Se desenvolvía de forma locuaz en cualquier contexto. Y al final de su vida dijo : "No lamento nada." Supongo que la relación entre amabas infancias ha sido lo que ha permitido que la pregunta volviera a hacer acto de presencia.

Ahora me pregunto, ¿es el amor lo que nos da esa felicidad? ¿la amistad quizás? ¿la libertad? o ¿el haber conseguido moldearnos a nosotros mismos a nuestro antojo? Quiero hablar un día del amor, nunca le he dedicado demasiadas lineas, y es muy complejo. En cuanto acabe el libro lo haré, así mi perspectiva será más amplia.

Metamorfosis
M.F.P.

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