sábado, 31 de marzo de 2012

Porque hay veces que la calidez impregna tus huesos y te olvidas de lo helado que estaba tu corazón tiempo atrás. Porque hay soles que calientan, reconfortan, recomponen, funden los pedazos y te permite volver a forjarlos de un sola pieza, nueva, y fuerte. 
Porque hay personas que son como un sol, y cuando estamos a su merced tenemos una órbita estable, una temperatura idónea, la luz que necesitamos, y en cierto sentido dan lugar a la vida.
Y nos aferramos a ese sol con uñas y dientes, y nos olvidamos de la inmensidad del universo, nos olvidamos de las demás estrellas, de los demás planetas, sistemas solares, materia negra... de todo. Simplemente estamos anclados en una órbita circular en torno a ese sol, nuestro sol, aquel que nos proporciona todo cuanto necesitamos, aquel del que dependemos. Aún así es peligroso, mucho. Como todos sabemos el astro tiene una vida finita, estallará en mil pedazos antes o después, y cuando lo haga, arrasará con todo lo que somos, con lo que hemos construido, arrasará con toda la vida, y después habrá un inmenso vacío. También es peligroso puesto que todos conocemos los eclipses, esas horas en que el sol desaparece, la oscuridad se cierne sobre todo lo que nos rodea, nos inunda y el mundo se vuelve tenebroso. Esas escasas horas que parecen una eternidad, y sin embargo nos olvidamos de ello cuando vuelve a salir, cuando los rayos rozan nuestro rostro.
Sí, hay personas que son como el sol... sólo tienes que buscarlas. Es increíble tener tu propio sol.
M.F.P
Como la vida misma

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