viernes, 4 de mayo de 2012

La felicidad es una patraña, y el amor eterno otra. Y cuanto antes nos desengañemos, antes lo superaremos. ¿Existe el amor? Sí, por supuesto. Es algo que todos hemos experimentado alguna vez. Pero es de duración limitada, quiero decir, con el paso del tiempo se extingue. Podríamos compararlo con el fuego para que fuera más visual. Con la primera chispa prende, y arde con mucha fuerza, y al final acaba por extinguirse, y quedan sólo cenizas (un recuerdo de lo que fue). No se me pongan a argumentar que si lo alimentamos el fuego no tiene porque apagarse, o que incluso de las brasas se puede rescatar el fuego, porque no estamos aquí para estirar innecesariamente la esperanza hasta extremos insostenibles, sino para atajar el problema de cuajo. Recuerden que lo mejor es un corte limpio a tiempo.

¿Como podemos verificar esto? Como siempre se ha hecho, con la experiencia. A todos nos ha pasado el estar completamente enamorados e idealizar tanto a la otra persona que incluso los defectos nos parecieran virtudes, y de la misma manera, el paso del tiempo hace mella en nosotros y de repente esos pequeños defectos nos empiezan a molestar, ya no somos tan flexivos, ya no estamos tan dispuestos a darle la vuelta a nuestro mundo sino que esperamos que se acoplen a él y similar. Y lo hemos visto montones de veces en montones de amores que parecían eternos.

Esto es así, y no pasa nada. No es ningún drama, nada de lo que ocurre es dramático, somos nosotros los que nos empeñamos en hacer de nuestra vida una tragedia. El amor de finito, sí, ¿y? Nuestra vida también lo es, así es como debe ser, la finitud es normal. Y si es finito, cuando se termina lo dejamos ir, y ya llegará otro, y así sucesivamente. Y no es ley de vida tener un único gran amor, sino muchísimos amores. El ser humano se ha de enamorar una y otra vez, porque las cosas buenas de la vida se han de vivir repetidas veces. Y cuantas más veces mejor.

Y si sentimos esa terrible necesidad de atar a alguien a nosotros porque le tenemos pánico a la soledad, señores, no nos engañemos, no ocultemos ese pánico bajo la necesidad del amor eterno, aceptémoslo como aquello que es, miedo, un sentimiento inherente al ser humano, algo bueno, algo que nos permite seguir vivos.

Y ahora se preguntarán ¿existen relaciones para toda la vida? Es difícil responder. Es difícil por una sencilla razón; el ser humano es continuo cambio,un constante ir y venir, una contradicción en sí; de manera que nuestras necesidades cambian con el tiempo. En algunos muy poco, en otros incluso a diario. Supongo que pueden haber relaciones interpersonales, que no de índole amorosa, sino más bien intelectual, amistosa etc... que sean para toda la vida, pero imagino que no serán ininterrumpidas. Desapareceremos, volveremos a aparecer y así continuamente.

Ahora empiezo a plantearme una situación un poco diferente: Podemos tener cerca durante mucho, muchísimo tiempo si esa persona nos inspira. No inspira en sentido artístico, intelectual o en el sentido de inspirarnos vida, alegría, vitalidad, esperanza o cualquier otra cosa de la que nosotros necesitemos alimentarnos. Entonces posiblemente sí, mientras esa persona siga haciéndonos crecer, mientras siga acompañándonos en el viaje que estamos realizando será un compañero imprescindible, pero incluso bajo esta forma, en cuanto la persona se aleje de nuestro rumbo unos pocos grados, nos alejaremos y seguiremos nuestro camino. El cambio puede ser para bien o para mal, cuando cambiamos en nuestro constante ir y venir, nos alejamos o acercamos a las personas que nos rodean, dependiendo de hacia donde hemos girado el timón. Esto es así, y no pasa nada. El mundo sigue en pie, no se ha desmoronado porque esto sea así. Pues ya está.

Ley de vida.
M.F.P.

No hay comentarios:

Publicar un comentario